El eslabón perdido
Londres, icónica y atemporal, lleva consigo, al igual que muchas grandes metrópolis del mundo, la promesa
Londres, icónica y atemporal, lleva consigo, al igual que muchas grandes metrópolis del mundo, la promesa
No podía evitar preguntarme los motivos detrás de esta atracción ¿Será que realmente considera la edad como una ilusión? ¿O es acaso la respuesta de Emma frente a un inminente periodo de transformación? Un par de años atrás, con un sinsabor, recibimos su cumpleaños número 30, sin darnos siquiera cuenta de la rapidez con la que la adultez y todas las responsabilidades que esta implica habían tocado su puerta. Después de todo, en la sociedad actual, cargada más que nunca de una preocupante obsesión por la juventud eterna y por expectativas francamente imposibles de lograr, me queda la duda de si las mujeres de mi generación estamos verdaderamente logrando convertirnos en adultos maduros y responsables o si, por el contrario, nos encontramos frente a un marcado punto de inflexión, en el cual intentamos revivir ciertos episodios de nuestra adolescencia para intentar compensar por los objetivos imposibles que nosotras mismas nos hemos trazado. ¿Será que Emma estaba frente a una gran crisis causada por la ciega negación?
Y es que el infame clima londinense, no contento con ser tan malo como impredecible, pareciera haber vuelto su misión el contagiar sus malos hábitos a sus habitantes masculinos. No hay más que hacer que llevar siempre un paraguas en la cartera y esperar que, llegado lo peor, al menos ya no vuelva a llover sobre mojado.
Tal cual como el plato que tenía al frente: “pesca del día”, ni modo. ¡Es lo que hay! Habrá que aceptar que nos vamos a seguir cruzando con una fauna enorme que incluye lenguado, merluza, bagre y, por qué no, uno que otro pejesapo. Por lo que lo más inteligente que podemos hacer es pasarnos el trago amargo, volver a tirar la red, esperar a que cambie la marea y disfrutar del proceso de pesca.
De una cosa, sin embargo, no me quedan dudas: tomando en cuenta ese impresionante ratio de éxitos, si te llegaras a cruzar a un hombre “lucky charm” por el camino, sería un pecado mortal desperdiciar sus dotes e intentar plantearte un futuro con él. Por el contrario, debemos solidarizarnos con la hermandad de las muchachas solteras. Es nuestro imperativo moral disfrutarlo y luego liberarlo.
En esta inesperada historia aún me encuentro lejos de descifrar si los sucesos se debieron a una mera y muy improbable coincidencia o a un regalo del universo para liberar totalmente a Máxima y permitirle empezar fresca de cero. Pero sí me queda clara una cosa: el Karma siempre se encarga, tanto de cobrar como de pagar.
en aspectos tan importantes como los dilemas del corazón ¿por qué nos da tanto miedo mostrar determinación? Siendo sinceros, en la etérea carrera de la búsqueda de la felicidad, al ser yo la que tome mis propias decisiones, es mucho más lo que tengo por ganar, así que, ¿qué tal si le perdemos el miedo a arriesgar? Ya que, como lo he dicho más de una vez, prefiero sufrir en mi propio infierno y gozar en mi propio cielo que encontrarme perdida en un purgatorio eterno de cuestionamientos.