Y es que el infame clima londinense, no contento con ser tan malo como impredecible, pareciera haber vuelto su misión el contagiar sus malos hábitos a sus habitantes masculinos. No hay más que hacer que llevar siempre un paraguas en la cartera y esperar que, llegado lo peor, al menos ya no vuelva a llover sobre mojado.
Tal cual como el plato que tenía al frente: “pesca del día”, ni modo. ¡Es lo que hay! Habrá que aceptar que nos vamos a seguir cruzando con una fauna enorme que incluye lenguado, merluza, bagre y, por qué no, uno que otro pejesapo. Por lo que lo más inteligente que podemos hacer es pasarnos el trago amargo, volver a tirar la red, esperar a que cambie la marea y disfrutar del proceso de pesca.